Más allá de que se logren mantener distintas críticas sobre la autenticidad de algunos hechos o sobre algunos puntos de esta experiencia espiritual, las autoridades eclesiásticas de los sitios donde esta esté presente son invitados a «ver el valor pastoral y también a fomentar la difusión de esta iniciativa espiritual» (Reglas, n. 17).

Todas y cada una de las brujas sedetuvieron y se volvieron a ver a la que había chillado. Era una de lasmás altas y la vi allí parado, con la cabeza levantada, aspirando grandesbocanadas de aire por aquellos orificios de la nariz, ondulados y sonrosadoscomo una concha.—¡Esperad! —volvió a gritar.—¿Qué ocurre? —preguntaron las otras. No quiero hablar mal de las mujeres. La mayor parte de ellas sonencantadoras. Pero es un hecho que todas las brujas son mujeres.
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Ninguna de esas cosas es muy útil. —Una vez —ha dicho mi abuela—. Sólo una vez.—¿Qué ocurrió? —No te lo voy a contar —ha dicho—.

Entonces se me echaron encima y cinco de ellas me agarraron por losbrazos y las piernas y me levantaron del suelo. Yo continué gritando, pero uname tapó la boca con una mano enguantada y me logró silenciar. —Naturralmente —dijo La Gran Bruja—. Se puede ponerr hoy undesperrtadorr a las nueve y mañana sonarrá precisamente a esa horra.
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Te daría un miedo horrible y tendríaspesadillas.—Por favor, cuéntamelo —supliqué.—No —ha dicho ella—. Ciertas cosas son demasiado horribles para hablarde ellas.—¿Tiene algo que ver con el pulgar que te falta? —pregunté.De repente, sus labios arrugados se cerraron de forma fuerte y la mano quesostenía el puro (la mano a la que le faltaba el dedo pulgar) empezó atemblar muy levemente.Esperé. De pronto se había encerrado en símisma totalmente. Se había terminado la charla.—Buenas noches, abuela —dije, levantándome del suelo y besándola enla mejilla.No se movió. Salí despacio de la habitación y me fui a mi cuarto.

El día está a puntito de terminarse, habéis llegado a casa, has metido en la bañera a tu bebé, o en la ducha a tu niño o niña, a fin de que esté limpio antes de dormir. Ahora solo falta ponerle el pijama, acompañarlo a la cama o ponerlo en la cuna y ¡proporcionarles las buenas noches! Es un momento del día muy especial, y desde Chicco queremos acompañarte en todas y cada una de las ocasiones. Escoge entre pijamas de 2 piezas para bebés o pijamas completos, nuestras cajas regalo con babero, gorrito y pijama de una pieza o aun un pijama manta de bebé.



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En pretemporada, el extremeño fue probado por Iván Ania como del costado izquierdo, demarcación en la que sólo cuenta con Calderón, mientras que en Liga se le vió mucho más como radical que como defensa.

Tenemos la posibilidad de observar cada día el rezo de múltiples unas partes del Rosario, la Santa Misa (con numerosas celebraciones incluso a lo largo de los días no festivos), la adoración del Muy santo Sacramento, varias confesiones.

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Hemos aprendido a admitirlos como una parte de la vida cotidiana.—¡Usted debe de estar loca! —chilló el señor Jenkins—. ¡Si no me lo afirma en seguida, llamaré a la policía! —Bruno es un ratón —dijo mi abuela, tan tranquila como siempre.—¡Evidentemente que no es un ratón!
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¿C-Cómoha sucedido esto? Al pobre hombre le faltaba el aliento.—Las brujas —dijo mi abuela—. Lo hicieron las brujas.—¡Yo no puedo tener un ratón por hijo! —aulló el señor Jenkins. —Estoy tratando de decirles, lo mucho más suavemente que puedo, que Brunoestá realmente en mi bolso —ha dicho mi abuela—. Mi propio nieto las viohacerlo.—¿Vio a quién realizar qué, por Dios santurrón? Buscó en subolso y encontró a Bruno.
Había una observación deserpiente en sus ojos, que relampagueaban mientras recorrían la sala. ¿Por qué no me lo dices? —Si de verdad quieres saberlo —dijo—, me temo que los ratones noviven mucho.—¿Cuánto? Debe ponerle a régimen.—Hola, papi —ha dicho Bruno—. Comencé a retroceder por el estante superior. Sin el frasco, me resultabamucho más simple moverme.
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¡Llévese de aquí a su asqueroso ratón ahora mismo! Nadie en el planeta tenía ni lamenor idea de quién era ella, salvo las otras brujas. A todas partes dondeiba, la multitud la conocía sólo como una señora agradable. Tú, cariño, y nadiemás que tú, Roupas Infantil Atacado eres la única persona que la vio sin la máscara. Aun en elpueblo donde vivía, la gente la conocía como una amable y riquísimabaronesa que daba enormes sumas de dinero para obras de caridad.
Mi abuela regresó apuradamente a mi cuarto y me sacó al balcón.—¿Estás listo? Te voy a meter en el calcetín.—No sé si podré lograrlo —dije—. En este momento soy sólo un ratoncito.—Lo conseguirás —ha dicho ella—. Buena suerte, mi vida.Me metió en el calcetín y comenzó a descolgarme por fuera de labarandilla.
Las brujas